Massimiliano Irrati, colegiado de la Serie A italiana, se convirtió ayer en el gran (y afortunado) protagonista del encuentro entre la Lazio y el Nápoles. Es extraño que el nombre de un árbitro salga a relucir por un acierto, ya que suelen hacerlo cuando se equivocan en alguna decisión. Esta fue la excepción.
Y es que mediada la segunda mitad Irrati decidió parar el partido al advertir insultos racistas. Cada vez que el visitante Koulibaly, de raza negra, tocaba la pelota, una parte de la grada del Olímpico de Roma imitaba el sonido de un mono. Este intolerable hecho acabó con la paciencia del colegiado, que interrumpió el encuentro.
Una vez restablecida la lógica, el partido siguió con total normalidad. Al final, Koulibaly se fue del terreno de juego con la satisfacción de haber sido respaldado y, además, con una victoria por 0-2.