El deporte, como la sociedad, está lejos de ofrecer las mismas garantías y derechos a las mujeres que a los hombres. Se puede apreciar en constantes detalles y salen, de vez en cuando, a los medios de comunicación en forma de absurda y degradante anécdota.
Eso está sucediendo estos días con el comportamiento de un colegiado de primer nivel en el fútbol femenino. Santiago Quijada Alcón arbitró el Santa Teresa – Sporting Huelva de la Primera División Femenina y lo hizo en medio de una polémica que todavía sigue coleando. Las onubenses, que acabaron perdiendo el partido 3-2, lamentaron el arbitraje, ya no solo por verse perjudicadas en muchas acciones, si no por el trato del colegiado. Sara Serrat, una de las futbolistas, se expresó con dureza para el diario Marca. “Cuesta mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio llegar hasta aquí como para que te intenten tumbar”, comentó la internacional española.
Su compañera, la rumana Elena Pavel, va todavía más allá. “He dejado de creer en el fútbol, en el juego limpio. Me siento impotente, humillada. En muchos años que llevo practicando este deporte no he sentido tanta vergüenza”, comentó la futbolista, víctima incluso de una falta de respeto fuera de toda lógica. “Morena, esta tarde me tomaría un café contigo”, le espetó el colegiado, según manifiesta la propia Elena.