Manuel Pablo García dijo adiós hoy al fútbol en activo. A muchos los cogió por sorpresa, no por sus 40 años, si no porque el club lo había citado para entrenarse hoy mismo con el resto de sus compañeros.
El capitán deportivista, después de 18 temporadas en el primer equipo, pretendía seguir jugando. Sin embargo, han conseguido convencerle de que su papel debe ser otro, el de enlace entre jugadores, cuerpo técnico y directiva, una tarea que venía desempeñando desde hace tiempo, debido a su escasa participación en los partidos.
Este cruce de intereses e intenciones han dejado a Manuel Pablo, leyenda del club, sin la despedida que se merecía en el último partido de liga de la temporada pasada. Riazor esperaba que el tercer y último cambio de los blanquiazules fuera el canario para levantarse y decirle “hasta luego y gracias” a uno de los jugadores que más gloria han dado a su camiseta.
Es cierto que nunca ha destacado por una gran capacidad técnica y que solo ha aportado dos goles en toda una vida como blanquiazul. Sin embargo, no es menos cierto que su implicación, espíritu de superación y humildad le han hecho ser siempre uno de los preferidos de la grada.
Valerón se fue entre lágrimas, tras un descenso, y a Manuel Pablo se le pasa a los despachos por la puerta trasera. Mientras, Pletikosa, con dos partidos disputados y seis goles encajados, se despidió con un vuelta de honor.