La NBA es la mejor competición del mundo y no es por casualidad. Las familias pasan días enteros en el pabellón, la liga consiguen más ingresos publicitarios que nadie, tiene un sistema de competición emocionante hasta la última fecha, una organización exquisita y, además, todos pueden soñar con ser campeones.
Lo que parece una obviedad, que todos los equipos tienen opciones de levantar el título al inicio del campeonato, no acaba siendo una realidad en casi ningún deporte y competición. Suele pasar que los clubes ricos fichan a los mejores, por lo que tienen más opciones de ganar. Al ganar generan más afición, lo que le reporta más ingresos y la pescadilla se muerde la cola.
Pero eso en la NBA no sucede por varios motivos. En primer lugar el tope salarial estricto que no deja gastar más de determinada cantidad a una franquicia. Además, el sistema del Draft para incorporar a nuevos jugadores, que da más posibilidades a los peor clasificados en las últimas temporadas para que elijan primero a los jóvenes más prometedores.
Y ahora, la última medida tomada por la competición estadounidense es la de repartir los ingresos de los patrocinadores de las camisetas. Los equipos con más tirón conseguirán, como es lógico, más ingresos por patrocinios en su ropa. Sin embargo, solo se quedarán con la mitad de lo que recauden, ya que la otra mitad se destinará a un fondo común y será repartido entre todos los equipos.
En los últimos seis años han ganado el anillo cinco franquicias diferentes: Lakers (2010) Mavericks (2011), Heat (2012 y 2013), Spurs (2014) y Warriors (2015).