Ya no es una broma, una casualidad ni cuestión de suerte. El Leicester City ha dado un nuevo paso hacia el título de Premier League y ya es casi definitivo. A falta de seis jornadas para el final, su ventaja con respecto al segundo, el también sorprendente (aunque menos) Tottenham, es de siete puntos.
El triunfo ante el Southampton (1-0), unido al empate de su rival directo frente al Liverpool (1-1) le permite a los pupilos de Claudio Ranieri acariciar el título con sus manos. Muy bien tiene que hacer las cosas un equipo diseñado para estar en la mitad de la tabla para llegar a esta situación.
Además, muy mal lo tienen que hacer los demás. Es cierto que la Premier es una liga muy igualada por un reparto televisivo más justo, por ejemplo, que en España. Sin embargo, ni por asomo esto justifica semejante gesta.
Que el Leicester saque, a día de hoy, ventajas importantes a equipos como el Arsenal (11 puntos), Manchester City (15), Manchester United (16), Liverpool (24) o Chelsea (25), todos ellos candidatos a priori al título, no puede ser explicado por ningún analista, ya sea deportivo o económico.
Es un milagro. Un milagro basado en el técnico, por supuesto, pero también en el rendimiento de jugadores que han multiplicado, de forma individual, exponencialmente su rendimiento. Hombres como Mahrez, Kanté o Vardy, por ejemplo, han pasado de semidesconocidos a sonar para los más grandes clubes de Europa. Evidentemente, por méritos propios.
Falta por ver si los ‘foxes’ consiguen poner la guinda a una temporada histórica con el título. Todo apunta a que sí, ya que la ventaja, su fiabilidad y la irregularidad de sus rivales hacen pensar en un trabajo prácticamente hecho. Bien es cierto que, lo consigan o no, habrán escrito una de las páginas más brillantes y memorables de la larga vida del torneo. ‘God save the Leicester’.