EL BALÓN

EL BALÓN

“Lo redondo gobierna sobre la recta; en la quietud lo que se mueve es superior porque introduce el tiempo”. (Del libro “De pies a cabeza”).

El actual balón de fútbol es un icosaedro truncado que, con una posterior presión interna – conseguida esta vez con aire – se convierte en la moderna pelota de fútbol. Sus doce pentágonos y veinte hexágonos ocupan el 86,74% de la esfera circunscrita… Un curioso teorema geométrico nada difícil de probar (Teorema de Euler) sostiene que todo poliedro formado por hexágonos y pentágonos debe contener precisamente doce de éstos, independientemente del número de hexágonos con que cuente. Obviamente, sendos casos particulares de este hipotético poliedro son el dodecaedro regular, con cero hexágonos y nuestro moderno balón de fútbol con veinte. Es muy interesante que la mejor técnica esté detrás de los complementos que se utilizan en el partido de fútbol. Y gracias a los estudios geométricos el balón de fútbol puede perfeccionarse aún. Por supuesto, el “rombicosidodecaedro” formado por veinte triángulos, treinta cuadrados y doce pentágonos es el candidato con mayores posibilidades para el futuro, o sea, casi el doble de caras del balón actual. Se asegura que la pelota ganaría en “compacidad” hasta el 94,33% de la esfera circunscrita, lo que aumenta la capacidad de control por parte del jugador.

Ya en 2000, el diario Clarín escribía acerca del fútbol del Siglo XXI: “Tiempo de cambios: en el futuro la ciencia y la tecnología operarán sobre los jugadores, los estadios, las vestimentas y los arbitrajes”.  Y ya formulaba hipótesis de trabajo. “¿Existirán jugadores androides? ¿Se transmitirá desde microcámaras en los botines? ¿Se realizarán partidos virtuales? Siempre habrá hinchas que opinen que todo tiempo pasado fue mejor…” De lo cual hemos escrito ya, aunque “otros prefieran fantasear con el porvenir. Estos últimos no necesitarán de la imaginación que tuvo Julio Verne en el siglo XIX o Ray Bradbury en el XX: la ciencia y la tecnología ya dan muchas señales de las modificaciones que se operarán sobre los jugadores, estadios, arbitrajes, transmisiones o vestimentas en el XXI. Cierta mitología de bar habla de jugadores que daban cuenta de contundentes ravioladas antes de salir a la cancha. Ahora, aquellos hombres serían vetados por un ejército de médicos, biomecánicos, biólogos y preparadores físicos. Pronto los futbolistas vivirán cercados por un círculo de expertos en alto rendimiento. Estarán alejados por un abismo del resto de la población: serán como gladiadores del circo romano. O como astronautas con toda la tecnología y el conocimiento aplicados a mejorar su rendimiento, dice Gunardo Pedersen, de ISCA, organismo internacional que se ocupa del deporte social”.

Ideas que datan del 2000, Jorge Valdano fue más contundente “¿Cómo será el fútbol del siglo XXI? La respuesta la ofrezco sin duda: si la pelota sigue siendo redonda, cualquier cambio es una mala idea”. Ya sabemos de la escuela de Menotti que no son partidarios de cambiar el Reglamento, eso sí aseguran que debe aplicarse con su espíritu inicial, cuestión que no se ve reflejado a diario. “¿Cuál será la frontera? La capacidad física tiene límites… Ciertos umbrales sólo podrían ser superados si la ciencia lograra modificar al organismo humano” según Gideon Ariel, biomecánico norteamericano. También el biólogo Roberto Testa explicó: “La idea de clonar a Maradona, Alonso o Bochini no parece imposible… Diría que en el futuro se podrá descubrir las determinantes genéticas del talento de cada futbolista, trabajar con ellas y conseguir un superjugador”.  El médico Juan Manuel Olivera opinó: “Se avanzará mucho en la prevención y recuperación de lesiones en plazos mucho más cortos. Las investigaciones en fisiología muscular nos darán muchas respuestas. ¿Podrán los futbolistas del futuro retirarse más tarde? (…) “Las principales marcas están fabricando modelos de botines con funciones muy específicas, que aumentarán la flexibilidad y el agarre, así como la potencia y el efecto de la pegada. Y la FIFA ya homologó el uso de nuevos tapones (tacos), con forma piramidal que en pruebas biomecánicas demostraron que ayudan a aumentar la velocidad en los primeros cinco metros de carrera”.

Miguel Guzmán disertó sobre la “pelota del Siglo XXI”, del que obtenemos una primera conclusión: “El diseño de los actuales balones de fútbol no es caprichoso, sus 32 caras conforman una esfera casi perfecta”. Lo cual contrasta con el fútbol de nuestra niñez cuando nuestro disfrute se producía con balones de “caucho”, imperfectos, picudos, incluso aquellos “albondigones” de badana con los que mejorábamos día a día nuestra técnica por la imperfección de sus trayectorias irregulares, incluso hipertrofiaban nuestros gemelos de manera desmesurada. “Pero todavía existe una figura geométrica más aproximada a una esfera perfecta, llamada “rombicosidodecaedro”, probablemente en unos años los actuales balones de fútbol serán reemplazados por esta figura de 62 caras, en un camino iniciado por lo menos hace 2500 años cuando los “protofutbolistas” griegos jugaban con pelotas hechas de doce trozos de fieltro y rellenos de trapos…

Y he aquí que me vuelva a acordar de la simpleza de un botijo que cumple su misión fundamental para la que se creó por unos alfareros hábiles en la elección de las arcillas correspondientes, así como en el moldeamiento de sus formas con manos entrenadas para ello. Los balones, su fabricación, también tienen necesidad de manos hábiles, incluso frágiles, para confeccionar esos “OVNIS” de trayectorias incalculables, mientras que los técnicos, los fabricantes, hacen sus cálculos con ecuaciones diferenciales, como los investigadores que lograron calcular la razón por la que el agua se enfría en aquella vasija ancestral. Todo tiene una estructura, unos cálculos, unos porqués, pero lo más simple es el comportamiento final de aquellos objetos. Yo jugué de niño con balones de caucho, unos elementos amorfos casi cuadrados convertidos en rombos de plástico blando; incluso, con vejigas de cerdos que no pasaban de Navidades y se llevaban al sacrificio, una badana inconsistente acogía dichas tripas tomando forma de pelota semi esférica, y cerrábamos nuestro querido juguete volante con cintas rígidas que provocaban dolor cuando cabeceábamos.

Pero el balón es la quintaesencia del fútbol. A la espera de los pies salvadores de los futbolistas, que dirija sus destinos en función del desempeño en el partido de fútbol. Y me subyuga el texto de Gustavo Varela que señala (“De pies a cabeza”): “El alfil es la espacialidad en el ajedrez. Podría haber sido la torre, pero es torpe; o el caballo, pero es demasiado ordenado y racional. El alfil parece un peón, un oficinista, como Bochini o Iniesta. En ellos el espacio emerge como surco, son labradores. Finos, claro, de poco contacto con la tierra. No hay baches para ellos sino hendiduras, líneas rectas que conquistan. La pelota va por allí, sobre un perfil de lava que solo interrumpe la muerte del rey”. El verano es muy propio para dejar que la mente futbolística vuele por encima de las cabezas…