“Existen tres constantes en la vida: el cambio, las elecciones y los principios”. (Atribuido al Dr. Stephen R. Covey).
Siempre me han gustado las opiniones de literatos, científicos, y maestros en otras materias ajenas al fútbol, todas aquellas ideas que sean capaces de jalear positivamente las mentes futbolísticas que, incluso, pueden aportar reflexiones prácticas para el fútbol. En esta ocasión, me ilustró (Raimón Samsó, ElPais,19. Enero.2014), “Yo tengo razón, tu estás equivocado”. Y asegura Samsó que “Somos adictos a “tener razón”, pero quedar cautivos de nuestras opiniones es una trampa”, justo lo que todos los días nos pasa cuando vemos y comentamos partidos de fútbol. Y cuando comentamos con nuestra gente los partidos nos damos cuenta lo difícil que es convencer a la otra parte de lo que han visto en todas y cada una de las disputas del juego. Ni siquiera lo conseguimos cuando somos del mismo equipo, así que no digamos en el caso de que nuestros equipos sean distintos. Curiosamente, y es una verdad incuestionable que Samsó nos restriega por la cara, “querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad”, posiblemente no sea solo el fútbol el único hecho que discrepemos, como puede ocurrir en religión, política, o ciclismo. Es una evidencia que el fútbol es un campo abonado para la mayoría de personajes aficionados que “siempre tienen razón” hasta que la realidad les golpea, aunque ellos seguirán empecinados en sus errores…
Es posible que necesitemos tener siempre razón y hasta caer en la tentación de imponerla o desautorizar los argumentos de los demás. En realidad, a lo largo de nuestras vidas “hemos podido acabar muchas veces con una razón más y un amigo menos” como reflexiona muy acertadamente Raimón Samsó. Por estas reflexiones y las que hemos transcrito de otros intelectuales, nos enriquecemos y es casi seguro que nos aumenten la empatía en la manera de ver y concebir el fútbol. Quizás debamos hacer caso a Deepak Chopra cuando señala que “Una creencia es algo a lo que te aferras”. Pensamiento que nos debe hacer reflexionar sobre nuestras propias actitudes en la manera de concebir el fútbol de hoy: “Las historias aparecen en nuestra mente cientos de veces al día. Las historias son teorías que no han sido probadas ni investigadas y que nos explican el significado de estas cosas. Ni tan siquiera nos damos cuenta de que son teorías. ¿En qué medida tu mundo está construido con historias que no has examinado?”. De hecho, las redes sociales han facilitado el hecho de que se pueda discrepar hasta de los que más saben simplemente por llevar la contraria…
Insisto en la necesidad de enfocar nuestra manera de ver el fútbol con esta percepción tan interesante: “Cuando una creencia nos domina, llegamos a pensar que todo el mundo piensa, o debería pensar, lo mismo. Pero hay opiniones para todos los gustos, la diversidad construye el mundo, y aunque parezca extraño, hay personas que creen cosas muy diferentes a las que nos parecen normales. Ver las cosas desde distintas perspectivas no es fruto de un lavado de cerebro, sino de preferencias, cultura, contextos… Sin duda, aquellos que no esperan que todo el mundo esté de acuerdo con ellos gozan de una mayor tranquilidad mental, que es de lo que va la vida”. Quizás, finalmente, debamos adoptar una actitud tranquila de “No reaccionar con hostilidad a las ideas de los demás es una de las maneras más sencillas de superar el apego a las propias”. Y como dijera Dean Rusk “Una de las mejores maneras de persuadir a los demás es escuchándolos”. Pero habrá que aprender a escuchar porque el deporte nacional, ahora mismo, es “verborrear” las propias ideas antes que contrastarlas después de haber estado atento a la opinión de otros.
En realidad, haciendo abstracción de contenidos, sería bueno para los profesionales del fútbol ilustrarse en el libro “Eres aquello que crees”, de Hyrum Smith. “Como seres humanos, no hemos cambiado. Todavía necesitamos ir al baño varias veces al día. Nos ponemos los pantalones una pierna después de otra; el ser humano es el mismo. ¿Qué es lo que realmente ha cambiado? Nuestro entorno ha cambiado, y sigue cambiando a una velocidad vertiginosa… los principios básicos que nos ayudan a ser mejores no han cambiado en mucho tiempo”. Cuando la ciencia no puede explicar fehacientemente un fenómeno, surgen algunas hipótesis, más o menos descabelladas, sobre el por qué eso ocurre. El fútbol y sus complementos, el balón y sus misterios, nos transportan una y otra vez abriendo nuestras meninges:
“Cada generación de seres humanos creía que tenía todas las respuestas que necesitaba, con la excepción de unos misterios que suponía que había que resolver. Y creen que todos sus antepasados fueron engañados. ¿Cuáles son las probabilidades de que usted sea la primera generación de seres humanos que comprendan la realidad?” (Scott Adams).
“La claridad en la ciencia es necesaria; pero en la literatura, no. Ver con claridad es filosofía. Ver claro en el misterio es literatura. Eso hicieron Shakespeare, Cervantes, Dickens, Dostoiewski…” (Pío Baroja)
“El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible”. (La Rochefoucauld)
“Todo arte debería tener un cierto misterio y debería plantear ciertas demandas al espectador. Darle a una escultura o a un dibujo un título demasiado explícito quitas una parte de ese misterio. Entonces, el espectador continúa con el siguiente objeto, sin hacer el mínimo esfuerzo por pensar el significado de lo que acaba de ver”. (Henry Moore)
“Adoro los misterios. Hay partes que parecen no encajar, pero al final lo hacen y todo cobra sentido”. (Kristen Wiig)
David Carabén, amigo de Cruyff, nos señaló en su momento que “La pelota aún mantiene su vigencia hoy en día, compitiendo con decenas de ingenios con la más avanzada tecnología. La pelota es muy sencilla y modesta, pero tiene el increíble poder de provocar un estallido de alegría a su alrededor, da igual dónde la dejes. Además, una pelota desata la imaginación de los más pequeños como muy pocos otros. Los que de niños jugamos al fútbol lo recordamos perfectamente. Durante la hora del recreo o estirando la tarde del domingo en la calle, en la plaza del pueblo o en el polideportivo, no solo nos convertíamos en Messi, Maradona o Johan Cruyff, sino que el rincón en el que nos encontrábamos, por desangelado y miserable que fuera, se convertía por arte de magia en el Camp Nou, el Parque de los Príncipes o el Maracaná. Las dos mochilitas o los dos abrigos haciendo de palos no lo hacían menos real. La dureza del asfalto, los fanales, los bancos, las fuentes o los árboles del parque que interrumpían el juego no tenían suficiente poder para desarmar nuestra imaginación. Alrededor de una pelota, nos sentíamos en el centro del mundo”. Rematando: “Durante toda su carrera en la élite del fútbol profesional Johan Cruyff siempre fue fiel a esta centralidad de la pelota”.