El deporte y la NBA, como no puede ser de otra forma, van a la vanguardia de la tecnología para tratar de mejorar cada día un poco más el rendimiento de los jugadores.
Pero hay una línea que no debe superarse para no alterar la sana competición. El dopaje es una de ellas, aunque también está de moda el llamado dopaje tecnológico, que consiste en utilizar las últimas novedades del mercado para mejorar el rendimiento de forma fraudulento.
No hace mucho que se han descubierto motores en bicicletas de competición o que se le ha prohibido a atletas con prótesis participar en campeonatos oficiales por entender que contaban con ayuda.
La NBA, una de las ligas más profesionalizadas del mundo tampoco escapa a este tipo de rumores. Son muchas las veces que se apunta al dopaje en esta competición y que se señala a la organización como poco estricta con los controles. Ahora, además, ha saltado la polémica con el pívot de los Houston Rockets, Dwight Howard, al que se le acusa de usar una sustancia pegajosa en sus manos.
La protesta llegó por parte de un jugador de los Atlanta Hawks, a los que se midieron el pasado sábado. Cuando iba a ejecutar un tiro libre se percató de la presencia de algo extraño en el balón. Howard fue señalado y está siendo investigado por la NBA, por si está usando algún tipo de sustancia ilegal para conseguir más tracción con la pelota. El jugador, sin embargo, mantiene su inocencia: “Nunca he sido un tramposo. Nunca he sido el tipo de jugador que tiene que hacer algo indebido para ganar”.
Howard si reconoce utilizar, desde hace años, un aerosol popular en este deporte para evitar la sudoración en las manos. “Nunca lo he ocultado. Jamás hice algo para tratar de esconder lo que hacía. Simplemente es algo que mantiene mis manos secas”, dijo el pívot.
Sin embargo, no todo el mundo piensa que Howard haya utilizado solo ese aerosol, que está permitido, ya que no deja restos. La liga está investigando y no se descartan, en caso de conseguir alguna prueba, sanciones para el jugador y los Rockets.