10 motivos por los que un partido de Tercera Regional es mejor que un Clásico

10 motivos por los que un partido de Tercera Regional es mejor que un Clásico

No revelamos nada nuevo si decimos que en Siguetuliga nos tira más el fútbol aficionado que el balompié mediático. Ante la proximidad del Clásico, nos proponemos reivindicar la esencia de las categorías más modestas de este deporte, por lo que os traemos diez motivos por los cuales un partido de Tercera Regional es mejor que un Clásico. Además, os animamos a que hagáis vuestras aportaciones.

  1. Porque con el césped liso y sin socavones, el fútbol no tiene tanta gracia

Hay pocas cosas que definan tan bien la idiosincrasia del fútbol regional como el terreno de juego. Es algo así como el circuito mundial de tenis: los equipos tienen que adaptarse a la superficie. Si el día anterior hubo tormenta y el campo está totalmente embarrado, patadón arriba y batalla campal. Si el delantero local sabe dónde hay un bache, nada como mandar el esférico a ese punto y esperar ansiosamente la cara de tonto que se le quedará al portero cuando un bote inexplicable le confunda y el balón acabe dentro de la portería.

  1. Porque nadie se va a quejar de que no haya VAR, pero sí de que no haya BAR

El fútbol regional vive ajeno al debate mediático que existe actualmente alrededor de la aplicación del videoarbitraje. Allí, el de amarillo toma las decisiones, y si algún equipo se ve perjudicado por él, no le queda otra que fastidiarse y seguir jugando. Siempre habrá señores en la grada dispuestos a blasfemar enérgicamente contra el trencilla, pero su enfado con respecto a la actuación arbitral es minúsculo en comparación con el estado iracundo en el que entran cuando descubren que el bar del campo está cerrado. Y con razón.

  1. Porque todo es más familiar

En el fútbol de élite hay futbolistas de todas partes del mundo. En Tercera Regional, es bastante factible jugar contra tu primo Manolito, que vive en el pueblo de al lado. Ese tipo de duelos fratricidas dividen a las familias: tu madre y tu padre te animan desde la grada, mientras que tu tía y tu tío hacen lo propio con tu primo. Al final el partido va mucho más allá del fútbol: está en juego el honor de la familia. También es divertido si eres un tercer primo, porque puedes meter cizaña y hacer que se piquen entre sí para ver si alguno acaba expulsado.

  1. Porque los jugadores son tus colegas

Tener un vínculo de amistad con los jugadores es algo a lo que se le puede sacar mucho juego. Si tu amigo hace un buen partido, lo celebras con él y sacas pecho, y si lo hace mal, siempre puedes vacilarle sin compasión. Otra cosa divertida es ir a ver jugar a un colega sabiendo que ha salido por la noche y que se ha presentado en el campo oliendo a alcohol y después de haber dormido, con suerte, tres horas.

  1. Porque Deportes Cuatro no dará la brasa toda la semana con el partido…

Este es un hecho al que debemos otorgarle su justa relevancia. El fútbol mediático vive constantemente debajo de la lupa de los medios sensacionalistas, ávidos a la hora de intentar sacarle punta a cualquier asunto. Esto, en ocasiones, provoca cierto hastío en el aficionado, que acaba cansándose de tanto amarillismo. Por suerte, en el fútbol regional no sucede esto, ya que viven fuera de esa burbuja tóxica que convierte el deporte en negocio.

  1. …aunque será el tema más comentado en la taberna

Los duelos regionales tienen el añadido de la proximidad geográfica, que genera rivalidad entre los contendientes. Al final, no es lo mismo defender el honor de tu pueblo contra un equipo a 600 kilómetros que defenderlo contra la aldea vecina. Así, los clásicos señores de taberna se pasarán la semana metiendo presión y asegurando que hay que machacar y humillar al rival. También se quejarán de que al equipo le falta fondo físico… mientras se toman una cerveza y engullen una tortilla de patatas.

  1. Porque te puedes cambiar de sitio si te toca al lado de alguien repelente

Es una pena, pero hasta en un campo de fútbol regional te puedes encontrar con imbéciles. Por suerte, en estas categorías no hay asientos asignados, y si el señor de al lado te está echando el humo de su puro en la cara o si la señora de detrás no para de despotricar en contra de cualquier jugador que no sea su hijo, puedes moverte un par de filas y asunto arreglado. También puedes decirles que se callen, pero no nos responsabilizamos de las consecuencias que esto pueda acarrear.

  1. Porque nunca puedes descartar que una cabra irrumpa en el campo

Un clásico del fútbol regional. Los 22 jugadores se encuentran inmersos en el fragor del partido cuando, súbitamente, aparece una cabra dando brincos por el campo, después de haberse escapado de una granja que está a cincuenta metros. Veinte segundos después entra un señor con boina intentando agarrarla, mientras el árbitro, los futbolistas y toda la grada se debaten entre la perplejidad y la carcajada. Os aseguro que ningún animal podría colarse en el Bernabéu o en el Camp Nou (no, las cabezas de cochinillo no cuentan).

  1. Porque dos horas antes del partido te puedes zampar un buen cocido y nadie te va a decir nada

Ser futbolista profesional suele ser sinónimo de vivir sin preocupaciones, pero en ocasiones tiene sus desventajas. Por ejemplo, durante la temporada los jugadores tienen que seguir una dieta estricta. Esto no sucede en el fútbol regional. No importa que haya partido a las cinco de la tarde, que si hay cocido en casa de la abuela, vas a ir y vas a atiborrarte a comida. Aunque un par de horas después, cuando te sientas un luchador de sumo en un campo de fútbol, quizás te arrepientas profundamente.

  1. Porque te puede tocar un jamón en el sorteo

Es de conocimiento general que, en un partido de regional, el gran triunfador no es el delantero que marca un hat-trick ni el portero que detiene dos penaltis, sino quien se lleva a casa el jamón del sorteo. El vencedor celebra su adquisición como quien anota un gol ganador en el minuto 93, y sus amigos lo felicitan con la esperanza de que les dé un poco. Imagínate que tu equipo gana y que, además, te llevas un jamón. ¿Qué más le podrías pedir a un fin de semana?